ACÉRCATE AL BRANDING, QUE NO MUERDE

A diferencia de lo que creen quienes no se dedican a esto, branding no es hacer una marca y ya. Ni mucho menos; conlleva mucho trabajo detrás. Planteamiento y la gestión de la comunicación, todo el grafismo y el posicionamiento son algunos de los pilares sobre los que se sustenta, pero no los únicos.

Este proceso de definición y desarrollo de marca, que es lo que el branding es, al fin y al cabo, se compone de los siguientes elementos:

  1. Naming. Es decir, el nombre. No puedes identificar algo que no tiene nombre; o, si sí identificarlo, no diferenciarlo del resto de competidores. Por lo que, de la misma forma que tú tienes uno, tu marca debe tenerlo también.
  2. Identidad corporativa. Aunque ya hablamos de esto la semana pasada. La identidad corporativa, dentro de la cual se sitúa el nombre, representa todos los aspectos por los que la marca será reconocida.
  3. Posicionamiento. Y no nos referimos a SEO ni SEM por ahora. Nos referimos a su lugar en el mercado y la percepción en el mismo que tiene tu público objetivo.
  4. Lealtad de marca. Que es ese apego que todo proyecto desea que su target tenga. La conexión emocional que hace de un cliente no solo un fidelizado; sino, también, un prescriptor.
  5. Arquitectura de marca. Que debe transmitir claramente su propósito a la audiencia y a sus propios empleados.

El branding a día de hoy no solo lo llevan a cabo empresas con mayor o menor suerte en su objetivo de proyectar una identidad concreta. La necesidad de identificar y potenciar una marca comenzó hace siglos en el momento en que alguien quería destacar sus servicios o productos sobre los demás.

De ahí que a día de hoy tengamos el branding corporativo, que es sobre el que redunda todo este artículo. Pero tenemos otros tipos de branding, como son el branding personal con el que se busca trabajar la imagen personal tanto para la vida en general como para la vida profesional.